Opinión de Dr. Sergio Barraza Félix
Concluyeron las vacaciones y regresamos a laborar. La emoción de volver a las aulas; de compartir con jóvenes estudiantes las experiencias de la construcción de conocimientos disciplinares y otros más holísticos.
Saludamos con entusiasmo a compañeras y compañeros de trabajo, eso nos alienta a continuar con nuestra noble labor de educar a las nuevas generaciones, y a su vez nos recuerda nuestro compromiso de transformar a la Universidad de Sonora y al país.
Las clases inician y da gusto sentir de nuevo la energía estudiantil, pero ¡cuidado!, pronto aparecerá el supervisor de asistencia, para recordarnos que el acoso laboral continuará, como las temporadas de las series en las plataformas de streaming. ¿Qué acaso en la Universidad de Sonora no se aplica la NOM-035? Todo indica que no.
¡Jóvenes a estudiar! Pero ¿qué será de los miles de aspirantes rechazados?, ¿y qué hay de sus familias?, ¿y su derecho a la educación superior establecido en la Constitución y en la Ley General de Educación Superior?, ¿y sus sueños?, ¿acaso la rectora y el secretario de rectoría pueden conciliar el sueño después de negarle el acceso a miles de jóvenes? No hay recursos suficientes para admitir más estudiantes dirán; pero si hay recursos para inflar los sueldos y prestaciones de la alta burocracia universitaria.
Sentimientos encontrados, después de todo regresamos a nuestras labores en una institución que no termina de sacudirse las malas prácticas de un proyecto educativo propio del neoliberalismo, en donde la burocracia se impone y los derechos son regateados.
¿Cómo estarán las y los académicos que no terminan de ser programados, a los que les negaron prórrogas, les declararon desierto el concurso o fueron declarados perdedores?, ¿Quién pondrá freno a algunos jefes de departamentos que se marearon al subirse al ladrillo de la jefatura? Ya la administración central nos dejó claro que ellos no lo harán, finalmente son votos que la rectoría necesita en el Colegio Universitario.
¿Y las plazas vacantes? De poco a poco se van ocupando, con resistencias y sesgos. No hay materia de trabajo dice RH para justificar su decisión de no autorizar la ocupación de algunas plazas. Qué curioso ahora hay más estudiantes que hace una década, pero se ocupan menos plazas académicas de tiempo completo. En contraste, ¿por qué se ocupan más plazas de confianza de las que están autorizadas?
Ya pasó un año y cinco meses de la aprobación de la Ley 169, ¿cómo va la democratización de la Universidad de Sonora? No va, se quedó a medias, era difícil un mayor avance con esta administración central cuyo rasgo característico es su antidemocracia. Ahora nos convocan a discutir el Estatuto General, a través de un proceso controlado, y partiendo de un anteproyecto que parece más de una Ley 4 Bis.
¿Es un hecho consumado la aprobación de un Estatuto General a modo?, ¿No hay alternativa a más de lo mismo?, ¿Seguiremos padeciendo el control de grupos antidemocráticos y privilegiados enquistados en las instancias de decisión de la Universidad? No creo, los tiempos cambian, los sueños se profundizan, las y los universitarios llamados a transformar para progresar ya están aquí, seguramente su voz se escuchará fuerte.
¡Feliz regreso a clases! Afortunadamente el penúltimo semestre de esta gris administración central.