Opinión de Dr. Sergio Barraza Félix
Todos los años, en tiempos de revisiones contractuales y salariales de los sindicatos universitarios, brotan voces, como hongos en suelos húmedos, clamando por la afectación al estudiantado por las acciones de académicos y trabajadores administrativos.
Políticos, empresarios, periodistas, comunicadores, se suman al coro, junto a las autoridades universitarias. Se lamentan por la pérdida de clases, se sacan datos, 27 huelgas desde 1976, 520 días de paralización por huelgas. Se buscan culpables, los sindicatos, las dirigencias, “no tienen llenadera”, “son unos flojos”, “tienen secuestrada la Universidad” se escucha o se lee.
Curiosamente durante el resto del año, poco se escucha de su preocupación por el estudiantado, como si una gran losa aplastara todos los hongos y les impidiera seguir brotando. Múltiples problemas aquejan a las y los estudiantes, pero los hongos aplastados por la losa callan. Estudiantes que aspiran a ingresar a la Universidad, son rechazados en cantidad de miles, silencio de los hongos; estudiantes que reclaman mejoramiento de aulas e instalaciones, silencio de los hongos; estudiantes endeudados con la Universidad por no aplicarse el derecho constitucional de la gratuidad de la educación, silencio de los hongos; aprobación del presupuesto de la Universidad, sin tomar en cuenta las necesidades y demandas de las y los estudiantes, silencio de los hongos.
¿Qué hay detrás de esta orquestada campaña? Primeramente, esta campaña busca ocultar el fondo del tema, las condiciones de trabajo de quienes viven de su salario. ¿Por qué no se pone en primer plano que los topes salariales deterioran el poder adquisitivo del salario, de cómo las decisiones arbitrarias de autoridades universitarios violentan derechos consagrados en la Ley Federal del Trabajo y los Contratos Colectivos de Trabajo? Eso no es redituable.
Se pretende dar un mensaje a la clase trabajadora: si luchas por tus derechos te expones a que te denigren. Más les vale ser agachados para no sufrir el escarnio público.
Los que están acostumbrados al ejercicio del poder sin muchas consideraciones, y los que se venden o rentan al mejor postor, no tienen la sensibilidad para entender los problemas de los que día a día tienen que ganarse el sustento con su trabajo. No les interesa el derecho a la educación, solo lo usan para generar una falsa contraposición con los derechos laborales.
¿Quiénes son los que hacen efectivo el derecho a la educación de las y los estudiantes?, nada más y nada menos que las y los académicos de manera directa y los trabajadores administrativos de manera indirecta. Sí, esos a quienes se acusa de negar el derecho a la educación, son en realidad los que lo hacen posible.
Pero en lugar de reconocer lo anterior, se lanza el grito al cielo, 520 días en huelga desde 1976. Claro, no se dice que ahí se incluyen fines de semana y días feriados, que después de las huelgas se repusieron las clases. Tampoco se dice que en ese lapso de 48 años, hubo más de 8 mil días con actividades académicas, con millones de clases impartidas, cientos de miles de jóvenes egresados, miles y miles de profesionistas formados por las y los académicos de la Universidad de Sonora que orgullosamente contribuyen al desarrollo social del estado y el país, miles de proyectos de servicio social, de investigación, de difusión, de vinculación, y mucho más. Eso no se dice porque no conviene decirse.
Algo que también se oculta, es que las revisiones contractuales y salariales de los sindicatos universitarios han contribuido significativamente al desarrollo de la Universidad. Programa de becas de posgrado para la formación del personal académico; equipamiento de aulas; mejoramiento de la condiciones de higiene y seguridad de laboratorios y otras áreas; ocupación de plazas académicas de tiempo completo; atención más personalizada en materias de tipo práctico; eliminación de limitaciones en la reestructuración de planes de estudio que perjudicaban la formación de los alumnos; apoyos para asistir a eventos académicos, entre otros, son resultado de revisiones salariales o contractuales.
¿Y las autoridades universitarias? Son parte del coro, finalmente entre más ruido haya, menos se van a escuchar las voces que señalan sus privilegios, sus altos sueldos y prestaciones, su ilegalidad al crear una tercera secretaría general que no está en la ley 169, y dos vicerrectorías en el presupuesto, que tampoco existen.
El coro de los hongos, seguido después de su silencio nos marca la pauta para el despertar pronto de una Universidad distinta, humana, respetuosa de los derechos, comprometida con las causas sociales.