El pasado 16 de marzo del presente año, sin sorpresas, pero si con cubrebocas, el tristemente célebre Presidente de la Junta Universitaria, Francisco Abraham Paz Moreno informó, lo que ya se sabía desde el 11 de diciembre de 2020, que el resultado del descolorido proceso de imposición de rector(a) recayó en la maestra Rita Plancarte Martínez.
¡Tendremos por fin una rectora!, se lanzó a los cuatro vientos ese pregón, como para que su ímpetu se llevara lejos, y con ello se perdieran en el olvido, los justos cuestionamientos a un proceso viciado, oscuro, desaseado y por supuesto, antidemocrático.
Curiosamente la maestra Rita tuvo exactamente el número de votos que necesitaba, 10 de 15 integrantes de la infame Junta Universitaria, las dos terceras partes; los otros dos candidatos que se prestaron a la simulación tuvieron 3 y 2 votos. Todavía más curioso es que haya votado la maestra Rosa Elena Salazar, quien dejó de ser integrante de la Junta Universitaria el 29 de noviembre de 2020, según se deduce del acuerdo 03-176/2020 del Colegio Académico, que a la letra dice:
“Elegir al Dr. Jesús Leobardo Valenzuela García como miembro de la H. Junta Universitaria, en sustitución de la Dra. Rosa Elena Salazar Ruibal quien, por ministerio de ley, terminará su periodo como miembro de la H. Junta Universitaria el 29 de noviembre de 2020. Lo anterior con fundamento en la fracción VIII del artículo 21 de la Ley Número 4 Orgánica de la Universidad de Sonora.” https://www.unison.mx/acuerdos-2020-del-colegio-academico/
Es decir, ni siquiera respetaron sus propia s reglas, hecho que por si solo debiera invalidar el desacreditado proceso; pero, es un secreto a voces que, en la Universidad de Sonora, lo acordado tras bambalinas, entre el grupo de los químicos, el beltronismo y los constructores representados en la Junta, es la verdadera norma.
Por cierto, como parte de esos acuerdos, el diputado Alonso Montes Piña, Presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Congreso del Estado, congeló la iniciativa de reforma a la Ley 4 presentada en septiembre de 2019, nos queda la duda respecto a los favores que intercambió el rector con el secretario de gobierno en turno y el mencionado diputado para evitar la democratización de la Universidad de Sonora.
Con esa enorme mancha que la deslegitima, Rita Plancarte tomará posesión como rectora el 16 de junio, de frente tendrá el tremendo desgaste que han significado 30 años de la antidemocrática ley 4, con órganos propios de épocas oscurantistas; con el dilema de qué hacer con ex y actuales funcionarios que se han servido de la Universidad (el actual exrector, por ejemplo); con la encomienda de darle continuidad a un proyecto de universidad que sigue la lógica del mercado, descuidando con ello su compromiso social; y, con el mayúsculo problema que significa la degradación académica que sufrirán las carreras que ofrece la Universidad al modificarse sus planes de estudio para adecuarse al modelo educativo 2030, y que decir de las afectaciones que esto traerá a estudiantes y docentes. ¿Podrá Rita Plancarte mantener a flote un bote que hace agua por todos lados?