“Ellos mandan hoy, ¡porque tú obedeces!” (Albert Camus)
El 1 de mayo reviste una importancia particular por ser una fecha no sólo histórica sino el escenario que propicia la exposición de reclamos, inconformidades y posicionamientos políticos relativos a la justicia laboral y social del régimen. En la capital de Sonora la posibilidad de unificar demandas y lanzar consignas que integren las inquietudes e inconformidades de varias organizaciones sindicales fue palpable. Tenemos claro que la misma lógica depredadora del sistema económico dominante unifica a sus víctimas y genera identidades cuyos rasgos sintetizan años de marginación, abuso y oprobio, porque la tolerancia hace crisis y emerge el instinto de conservación de la clase trabajadora y, como consecuencia, la necesidad de la unión que hace la fuerza.
Como en un inmenso Tetris social las piezas van encajando una a una en el marco de la definición de una nueva actitud frente a las agresiones del capital, de suerte que los reclamos y demandas forman un gran haz de reivindicaciones cuyo común denominador es la inequidad, exclusión, marginación y desprecio a los derechos de los trabajadores por parte de la clase patronal y el propio Estado. La misma realidad cotidiana del trabajador frente a su materia de trabajo arroja una verdad del tamaño del Cerro de la Campana: es imposible negar la lucha de clases. Así, llegados a este punto, el trabajador debe decidir de qué lado está, a qué intereses va a servir, qué horizonte ideológico y político va a guiar sus pasos y, por tanto, replantear sus ideas acerca de lo que entiende por sindicato y sindicalismo. Tal disyuntiva no necesariamente se presenta igualmente clara y distinta en todos los trabajadores ni en el mismo momento. Estamos ante un proceso diferenciado de síntesis histórica y de redefiniciones esenciales que forman parte del arsenal con que debe contar el trabajador en sus luchas, porque sin ellas quedaría a merced de la manipulación y los engaños del sistema.
Otro aspecto importante que se percibe es que las agresiones reiteradas politizan a sus víctimas, las hacen despertar a una conciencia social, laboral y política que de otra manera quizá no se hubiera manifestado, lo que hace inevitable traer a colación el caso del ISSSTESON y la Universidad de Sonora.
Como usted recordará, desde el inicio de la administración de Claudia Pavlovich se ha acusado tercamente a la Institución de cotizar de menos al ISSSTESON, lo cual es comprobadamente falso y doloso. La UNISON paga lo que está pactado en el Contrato de Prestación de Servicios suscrito con ISSSTESON de plena vigencia, asunto que, al parecer, no se le concedió la importancia debida en su momento en el seno del sindicalismo universitario, a pesar de que oportunamente hubo voces de advertencia sobre la importancia de hacer valer dicho contrato e, incluso, demandar al Instituto por su incumplimiento. La carencia de medicamentos, las deficiencias en la atención médica por falta de insumos, la larga espera para la obtención de una pensión, aún en el caso de cubrir los requisitos que marca la ley, entre otros, son evidentes causales de demanda por incumplimiento de contrato que a la fecha están vigentes y en espera de la decisión política de parte de los organismos afectados.
Los contingentes de trabajadores marcharon y corearon consignas, se plantaron frente al templete de las autoridades, expusieron sus demandas y siguieron adelante, algunos con la expectativa del festejo, del premio etílico a la combatividad. Lo que queda es la sensación de que este 1 de mayo no fue necesariamente otro espacio para la protesta como simple recurso catártico, como desahogo colectivo frente a la autoridad que representa al sistema que nos oprime, menosprecia y engaña. Creemos que algo pasó y algo quedó.
Es evidente que la larga cadena de engaños, distractores y promesas incumplidas por parte de la directiva de ISSSTESON presenta agotamiento, desgaste, frustraciones que difícilmente van a contener la ira en que se transforma el engaño, por más que se quiera guardar la compostura que abona la simulación colectiva de lo “políticamente correcto”, independientemente de que la eventual acción de los agraviados deba transitar por los caminos de lo políticamente posible, con las limitaciones que esto implica.
La moneda está en el aire, y los universitarios en vías de jubilación que se ven amenazados con la reducción al 29 por ciento del monto de sus pensiones han despertado a una realidad angustiante: las pesadillas no necesariamente ocurren durante el sueño, están en el aquí y ahora de la política neoliberal que no reconoce lealtades, acuerdos o compromisos distintos a aquellos que garantizan la hegemonía de un sistema de explotación que ataca la economía familiar y pisotea la dignidad de sus víctimas. Un ajuste de la pensión a niveles de infra subsistencia es criminal y, sin embargo, forma parte de los planes del ISSSTESON para los universitarios. Si el fruto del 1 de mayo es la toma de conciencia y la necesidad apremiante de una organización que verdaderamente represente y defienda los intereses de los trabajadores, habrá avance porque supone un paso importante en la larga marcha hacia una sociedad justa, equitativa e incluyente. De lo contrario, seguimos simulando.