Tres largos años ya, y … ¡todavía falta otro!
Ya no hay ley 4, pero siguen los mismos haciendo casi lo mismo, solo que ahora con menor claridad de rumbo, navegando entre la ambigüedad y la inoperancia.
Lejos quedó un inicio prometedor para algunas y algunos. Por primera vez una mujer asumía la rectoría de la Universidad de Sonora, hecho por demás relevante, ¿habrá cambio de rumbo?, ¿nuevas visiones a impulsar? se preguntaban muchas y muchos al conocer la noticia que anunciaba la elección de la Doctora María Rita Plancarte Martínez como primera Rectora de nuestra Institución. La respuesta ha caído como una losa. ¡No!, no habrá cambio de rumbo, si acaso algunos ajustes.
Se impuso la inercia, los grupos enquistados en la burocracia universitaria y el conservadurismo académico neoliberal. No hay la intención de cambiar, porque, salvo detalles, todo marcha bien en el ranking de la complacencia y los privilegios.
La reforma al Estatuto de Personal Académico (EPA) de 2015-2016 es una de las principales causas de que más de 250 plazas académicas de tiempo completo se encuentren vacantes, pero ¡EL EPA NO SE TOCA! ¿Y las funciones de desarrollo y fortalecimiento de los programas educativos, proyectos de investigación, de difusión y de vinculación con la sociedad que se deberían realizar con esas plazas ocupadas?
El Modelo Educativo 2030 era un desastre, pero con mínimos ajustes ahora tenemos el Modelo Educativo sin 2030, con formación académica light y deslactosada; al fin y al cabo, lo importante es la salud financiera de la Institución, a través de recortes a la nómina del personal académico. ¿Y las y los académicos conocen el modelo? eso es irrelevante, su papel es ser ejecutores de lo que se decide en el edificio principal.
¡Ah, pero se cambió la ley! Un cambio trascendente, definitivamente, solo que no atribuible a la actual administración universitaria. Al contrario, el cambio de la ley orgánica se logró a pesar de las autoridades universitarias, quienes se oponían y ahora han buscado operar la Ley 169 como si fuera una Ley 4 bis. Eso es lo que pasa cuando se deja la iglesia en manos de Lutero.
Ya tenemos votaciones democráticas de la comunidad universitaria, podríamos gritar felices, salvo que son solo para definir ternas. Luego el órgano colegiado sin despeinarse desestima la votación democrática para elegir ellos, o sea unos cuantos, al titular del departamento, facultad o rectoría, según el caso. Después de todo, algunos representantes se dicen representar a ellos mismos (paradojas de las visiones antidemocráticas), no a la comunidad.
Como muestra, basta un botón dice la voz popular, y que mejor botón que la elección de la actual Coordinadora de la Facultad Interdisciplinaria de Humanidades y Artes, quien obtuvo el 26% de la votación de la comunidad, ampliamente superada por otro de los candidatos quien recibió el 54% de la votación. Aun así, fue nombrada coordinadora por el Colegio de Facultad Interdisciplinaria, ocho personas atropellaron la decisión de cientos y hasta más de mil alumnas/os y académicas/os, que confiaron en el proceso democrático y fueron decepcionados por el proceder de estas ocho personas.
¿Qué sigue? Resistir un año más, pero de manera organizada, defendiendo nuestros derechos, reclamando democracia real, no simulaciones, y construyendo un proyecto alternativo de Universidad.
¿Qué queremos para nuestra Universidad?, ¿Qué continúe la inercia, los privilegios, la antidemocracia, la violación de derechos, la exclusión, la desvinculación con la sociedad? Seguramente muchas y muchos universitarios no queremos que eso siga, y estaremos coincidiendo en un proyecto de Universidad incluyente, democrática, respetuosa de derechos, con fortaleza y excelencia académica, y con compromiso social. Ahí estaremos miles de universitarias/os cambiando la historia de nuestra Universidad de Sonora.