El presente texto tiene como propósito servir de marco general para iniciar la discusión sobre los efectos que tendrá la implementación del Modelo Educativo2030, el interés es presentar una visión crítica del mismo, ya que se prevé tendrá tres repercusiones graves:
1. Irá en detrimento de la formación académica de los estudiantes
2. Desestabilizará la estructura de organización académico-administrativa, erosionando las relaciones interdepartamentales
3. Afectará las condiciones y derechos laborales de los académicos.
Formalmente, el Modelo Educativo 2030 queda definido en los documentos oficiales como “…el marco general y referencial que orientará el desarrollo del quehacer institucional de la Universidad de Sonora en una perspectiva de 2030.” Se trata, en términos generales, de una serie de acciones sustantivas para una nueva organización administrativa y curricular que permita alinear a la Universidad de Sonora con los propósitos de la Agenda 2030 y los objetivos de desarrollo sostenible, mandatado por la UNESCO y las Naciones Unidas y por supuesto, con el aval de la ANUIES; todos organismos con intereses centrados en orientar hacia la mercantilización la función institucional de la universidad pública, lo que se conoce como modelo de universidad empresa.
El documento base del Modelo Educativo 2030 fue aprobado por el Colegio Académico el 31 de mayo de 2018. La aprobación se llevó a cabo sin un diagnóstico sobre los resultados académicos del modelo educativo actual; tampoco se promovió una amplia discusión de la planta académica sobre el modelo educativo que requiere la Universidad de Sonora.
Al presente, la administración universitaria ha avanzado en la aprobación de siete documentos adicionales que servirán de sustento para operativizar el modelo y que concretamente refieren a: los lineamientos del componente curricular, los criterios para la capacitación, la organización académica, los parámetros de organización de lo que en adelante se denominará Área de formación integral, un manual con criterios para la programación de asignaturas en línea y los criterios para la programación de cursos de licenciatura y posgrado impartidos en idioma inglés. Cada cual en sí es la directriz para lograr iniciar el semestre 2021-2 con el modelo instaurado.
El Modelo Educativo 2030 retoma el modelo por competencias, el cual es promovido ampliamente por organismos internacionales para avanzar en la mercantilización de la educación, bajo la idea de la necesidad de adecuar la educación a las condiciones de un mundo cambiante por la globalización y la sociedad del conocimiento, esto desde una visión muy poco crítica de lo que ha sido la globalización impulsada por los centros de poder mundial.
Las competencias tienen su origen en el mundo empresarial, su función ha sido la definir el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para desempeñar las tareas propias de un puesto de trabajo. El modelo por competencias pasó al sistema educativo por la puerta de la educación profesionalizante impulsada para la formación de técnicos para la industria. De la mano del neoliberalismo, el modelo se extendió a todos los niveles educativos, sin que tuviera una fuerte tradición pedagógica, ni una precisión conceptual del mismo.
Una parte importante de los cambios que traerá el Modelo 2030 se derivan de la definición del crédito académico, de su contabilización y límites. Se busca homogenizar el sistema de créditos con el de otras instituciones, para avanzar en la creación de un mercado mundial de la educación superior, esto en detrimento de la formación académica de los futuros profesionistas como se comentará más adelante.
Para este modelo, un crédito se define como el equivalente a 25 horas de trabajo del estudiante en un semestre. Así, una materia de 4 créditos equivale a 100 horas de trabajo del estudiante durante el semestre. Es importante aclarar que, según el Modelo 2030, el trabajo del estudiante que contempla la definición de crédito se dividirá en: trabajo en clase, trabajo fuera de clase con supervisión del académico, y trabajo independiente del estudiante; los documentos oficiales no precisan con suficiencia, en qué consisten estos dos últimos, ni con qué proporción se dividirán las 25 horas que representa un crédito entre los tres tipos de trabajo del estudiante.
El crédito así definido no precisa tampoco lo referente al tiempo de trabajo que debe emplear el académico, deja un vacío que le permite a la administración universitaria la discrecionalidad a la hora de reconocer el trabajo realizado por los académicos, de forma que estamos ante la eventualidad del aumento de la carga de trabajo por cada hora reconocida y pagada, e incluso ante una posible diferenciación más entre los académicos, al reconocerse el tiempo de trabajo docente de acuerdo al tipo de contratación que se tenga.
Adicionalmente a estos problemas, se tienen también las limitantes de reducir las carreras a 8 semestres, de limitar el número total de créditos a 205 (de los cuales se tienen que restar 19 para servicio social y 10 para prácticas profesionales), y limitar a 4 horas de clase a la semana como máximo para una materia. Estas limitaciones, y otras, están complicando la elaboración de los planes de estudio de acuerdo con el Modelo 2030, debido a que están convirtiéndose, metafóricamente hablando, en una camisa de fuerza demasiada estrecha para incluir los contenidos de los planes de estudio actuales.
Para cumplir con estas limitaciones, las comisiones nombradas para elaborar las propuestas de modificación de los planes de estudio se han visto en la necesidad de eliminar materias, disminuir los laboratorios, fusionar contenidos. Es muy claro que en pos de darle prioridad a los lineamientos de este esquema cuantitativo de organización curricular se perderán bases para formación profesional sumamente importantes. Además, se está produciendo una disputa entre departamentos al eliminar materias del área básica, que en muchos casos son servicios que ofrecen otros departamentos, para no afectar el área o eje vocacional; incluso las disputas se dan en el seno del mismo departamento al conflictuarse los académicos de las diferentes áreas de conocimiento, al tratar de que sus áreas no sean afectadas con los recortes.
Lo que derive de todas las modificaciones anteriores va en detrimento de la formación profesional, se sacrifica demasiado el componente curricular. Además, hasta el momento, no se tienen documentos oficiales que ofrezcan una justificación propiamente educativa, ni mucho menos un diagnóstico basado en las opiniones de los maestros que conforman los departamentos y que son quienes impartirán las asignaturas y asumirán las consecuencias de sus diseños. El diagnóstico permitiría observar la urgencia de hacer cambios curriculares, determinar qué necesidades se tienen y si este modelo es el idóneo para resolverlas.
Los estudiantes, por el contrario, necesitan más horas de trabajo en clase, dado el rezago de conocimiento con el que llegan. Es un problema, desafortunadamente muy antiguo, la carencia de habilidades suficientes para las exigencias de la formación profesional. Los jóvenes llegan a la Universidad con muy pocas habilidades en lectoescritura, pensamiento lógico matemático, escasa capacidad de organización de sus procesos de aprendizaje, todo ellos saberes que son indispensables para la realización de una carrera profesional.
Disminuir las clases y asumir que los estudiantes son autogestivos no parece ser la alternativa para satisfacer sus necesidades aprendizaje. Además, no se consideran las características sociales de los jóvenes, como la falta de recursos y las desigualdades, que son parte de la mayoría que ingresa a la Universidad. El modelo definitivamente no contempla atender esta dimensión, se centra en la capacitación para el trabajo y las necesidades del sector productivo. Preocupa sumamente que el Modelo se está imponiendo en medio de una crisis sanitaria, cabe preguntar en qué condiciones arribarán los estudiantes de nuevo ingreso con el antecedente de la virtualización de emergencia; de mismo modo, cómo saldrán los profesionistas que estuvieron en esa misma circunstancia, ¿en verdad con esta agravante es prudente recortar semestres, horas, contenido de las materias y desaparecer materias y laboratorios? Solo por la situación tan adversa no debería estarse llevando a cabo esta reforma.
El Modelo 2030 no solo traerá afectaciones en la formación de los estudiantes, también implica una afectación al grado de avance académico que se tiene como institución, incluyendo el nivel de la planta académica, las instalaciones y equipamiento con que se cuenta, entre otros aspectos.
Además de lo académico, el Modelo 2030 también traerá una fuerte afectación laboral, la cual se prevé sea diferenciada, siendo los profesores de horas sueltas determinados los que se lleven la peor parte. La afectación laboral deriva de las mismas limitaciones que se comentaron y que están llevando a reducir el número de semestres, del total de materias y del total de horas de clase que se impartirán con los planes adecuados al Modelo 2030.
Al reducirse el total de horas de clase que se van a programar se reduce la materia de trabajo, quedando desprotegidos los profesores con menor antigüedad y sobre todo los determinados. Pero eso no se va a quedar ahí, ya que, al reducirse el número de horas de clase a la semana de muchas materias, se va a requerir ser programados en más grupos para mantener la misma carga que se tiene con los planes de estudio previos al Modelo 2030, esto afectará a la gran mayoría de profesores que ahora deberán tener la misma carga programada, pero con más estudiantes que enseñar, asesorar, revisar sus tareas y exámenes.
Asimismo, la carga de trabajo por materia tenderá a aumentar porque el modelo establece que además del trabajo en clase, los estudiantes tendrán trabajo supervisado fuera de clase, además de trabajo independiente, es obvio, sin que los lineamientos lo aclaren con suficiente precisión, que ese trabajo del estudiante se tendrá que diseñar y evaluar, es decir no podrá quedar totalmente suelto, y son precisamente los académicos quienes tendrán que realizar ese trabajo de diseño y evaluación, el cual quedará en muchos de los casos sin reconocimiento y pago.
El modelo 2030 tiene un componente de educación en línea o virtual muy importante, la dichosa Internacionalización implica que, si el maestro o el alumno no pueden desplazarse por el mundo, podrán hacerlo por la web. De la experiencia que se ha tenido con la continuidad académica durante la pandemia, es claro que esa modalidad no funciona en las materias de tipo práctico, e incluso es superada por la modalidad presencial en las materias teóricas, debido, entre otros aspectos, a la mejor retroalimentación, que se tiene en las clases presenciales, del aprendizaje de los alumnos. Otro aspecto que ha quedado claro es que en general la modalidad en línea o virtual implica una mayor carga de trabajo, al incrementarse el tiempo que hay que dedicar al diseño de actividades y sobre todo al seguimiento del aprendizaje del estudiante, con asesorías y respuesta a dudas en horarios extendidos, trabajo adicional que, por supuesto no se reconoce, ni se paga.
Considerando todos estos aspectos que implican fuertes afectaciones, cabría preguntarse cómo es que continúan los procesos de modificación de los planes de estudio. La respuesta está en los procesos que se siguen para elaborar y aprobar un nuevo plan de estudios. Dichos procesos son controlados desde las divisiones, ya que son las direcciones de las divisiones las que nombran a las comisiones de académicos que tendrán la tarea de elaborar la propuesta, y son los Consejos Divisionales los órganos que en primera instancia aprueban el proyecto de nuevo plan, para que finalmente el Colegio Académico lo valide. Son procesos muy verticales y excluyentes, la mayoría de la planta académica desconoce los alcances de las afectaciones que se vienen.
Precisamente abrir la discusión del Modelo Educativo 2030, conocer las propuestas de modificación de los planes de estudio que se están “cocinando”, evaluar las afectaciones que traerán, y generar las reuniones necesarias de la planta académica por departamentos o programas educativos es fundamental para detener esto que se viene como un mal innecesario. El llamado es a la participación de todos los académicos.
Para más información, favor de consultar el banner MODELO EDUCATIVO 2030 en la página del STAUS, que a continuación se presenta: